Katy Perry y Lady Gaga: una rivalidad transformada en homenaje mutuo en la CDMX

El pop vivió un momento histórico en la Ciudad de México. Dos de sus más grandes exponentes, Katy Perry y Lady Gaga, no solo coincidieron en la misma ciudad y fecha, sino que lo hicieron liderando espectáculos que reafirmaron su estatus como íconos generacionales. Lo que parecía ser un nuevo capítulo en su vieja rivalidad terminó por convertirse en una celebración de su legado compartido y en una inesperada muestra de admiración mutua.
El sábado 26 de abril, la capital mexicana fue testigo de una noche que quedará grabada en la historia del entretenimiento global. Mientras Lady Gaga regresaba a México tras más de una década de ausencia, Katy Perry se presentaba por tercera noche consecutiva en la Arena Ciudad de México. La coincidencia no pasó desapercibida para los medios ni para sus millones de seguidores, que revivieron la vieja narrativa de competencia que durante años alimentó las comparaciones entre ambas.
Gaga, con su gira ¡Viva La Mayhem!, tomó el Estadio GNP Seguros ante más de 60 mil personas, ofreciendo una puesta en escena teatral, oscura y poderosa. Desde el primer instante —emergiendo de una jaula viviente en un vestido rojo sangre—, la artista neoyorquina desató un espectáculo dividido en actos que recorrieron lo más emblemático de su carrera. Hubo lugar para la intensidad emocional de “Shallow”, el desenfreno de “Judas” y el himno “Born This Way”, todo envuelto en una estética de renacimiento gótico que acompañó la esencia de su nuevo disco, Mayhem.

Por su parte, Katy Perry transformó la Arena CDMX en un universo distópico de ciencia ficción. En The Lifetimes Tour, la cantante se presentó como una androide con misión de salvar un mundo arrasado por la ausencia de mariposas. Flotó por los aires, combatió simbólicamente el caos a través de la música y llevó al público por distintos niveles de una narrativa al estilo videojuego. Temas como “Teenage Dream”, “Dark Horse” y “Roar” marcaron su recorrido, mientras su carisma se desbordaba en cada interacción con los asistentes.
La rivalidad entre ambas artistas no es nueva. Desde sus respectivos debuts en 2008, separados por apenas tres semanas, Gaga y Perry fueron empujadas por la industria —y amplificadas por sus fandoms— a encarnar visiones opuestas del pop. La tensión se hizo aún más evidente en 2013, cuando lanzaron sus sencillos “Applause” y “Roar” el mismo día. La competencia por la cima de los rankings se convirtió en símbolo de una supuesta enemistad que, si bien nunca fue explícitamente reconocida, sí fue palpable durante años.

Sin embargo, el verdadero giro de esta historia se dio la noche del domingo 27 de abril, cuando Katy Perry sorprendió a todos asistiendo como espectadora al segundo concierto de Lady Gaga en la capital. No solo disfrutó del show como cualquier fan, sino que compartió videos y mensajes en sus redes donde expresó admiración y cariño hacia Gaga.
“El show fue MAGNÍFICO. ¡Tu vestido! ¡La arena! Cada momento fue EL momento. Muy orgullosa de ti y agradecida de crecer juntas, Lady Gaga. Te quiero”, escribió Perry en Instagram.
Este gesto fue celebrado de inmediato por ambos fandoms, y aunque ninguna ha emitido declaraciones oficiales sobre una reconciliación, la imagen de Perry cantando emocionada entre el público del concierto de su antigua rival pareció sellar un nuevo capítulo en su relación: uno basado en el respeto, el reconocimiento y la madurez artística.
Más allá del morbo mediático que durante años las enfrentó, Gaga y Perry demostraron que el verdadero poder del pop radica en su capacidad de reinventarse, de emocionar y, sobre todo, de unir a través del arte. Lo que comenzó como una noche de conciertos paralelos terminó siendo un homenaje cruzado entre dos artistas que, a su manera, han moldeado la cultura popular contemporánea.
Y si algo dejó claro esta doble cita en la Ciudad de México, es que la competencia quedó atrás. Hoy, lo que queda es una celebración de dos trayectorias únicas, que lejos de excluirse, se engrandecen mutuamente. Porque en el nuevo escenario del pop, la verdadera revolución ya no es competir, sino compartir.

