Amalia: Una esperanza para la casa de Orange
Por Daniela Chahin Cortés
La casa de Orange, una de las familias reales más jóvenes de Europa, está pasando por momentos de gran inestabilidad. La popularidad de la corona va en declive. Y es que el Covid-19, ha dejado ver lo lejos que viven de la realidad y su falta de empatía. La fortaleza de la familia pende de un hilo; cualquier paso mal dado puede generar una profunda crisis política. Pero no todo está perdido, Catalina Amalia ha sembrado la esperanza para un cambio en los neerlandeses. La sucesora al trono se ha mostrado cercana y comprensiva. ¿Será que Amalia podrá regenerar a la monarquía?
La emergencia del Covid-19 demanda acción inmediata del gobierno para contener su propagación. A lo largo de la pandemia, el primer ministro, Mark Rutte, ha implementado el “confinamiento inteligente” para prevenir el colapso del sistema sanitario; pese a esto, no es bien recibido. La paralización de la economía ha situado a gran parte de la población en un terreno desconocido; muchos se enfrentan al virus sin un salario y con mucha incertidumbre.
De manera tardía, para disipar los estragos económicos y fortalecer la aceptación de la monarquía, se implementaron apoyos económicos para retener el empleo. Asimismo, la Casa Real ha recurrido a medidas de “austeridad” vacías como suspender el uso del carruaje de oro y donarlo al museo nacional. Estas no responden a la raíz de los problemas; en su lugar, la causa queda expuesta.
No es difícil creer que la Casa Real aplauda las medidas de prevención. No obstante, se mantiene enajenada de la coyuntura y muestra un comportamiento poco ejemplar. El Covid-19 cristalizó la falta de empatía y solidaridad del Rey Guillermo y la Reina Máxima. Eventos como las lujosas vacaciones de verano en su residencia en
Grecia y la reciente fiesta de cumpleaños de Amalia son muestra de esto. ¿Pero en dónde queda la opinión de la Princesa?
Amalia no se pronunció respecto a su celebración. El gobierno neerlandés recomienda que solamente miembros directos de la familia estén presentes;
sin embargo, esta situación no aplicó para la Casa Real. El evento fue pequeño, solo acudieron 21 personas; no obstante, el evadir sus propias recomendaciones subraya el despotismo presente.
Tras cumplir la mayoría de edad, Catalina Amalia de Orange ha comenzado su actuación directa en el gobierno. Su padre, el rey Guillermo Alejandro, presidente del Consejo de Estado, le asignó un asiento dentro de este; dando comienzo a su vida pública. Los neerlandeses han quedado perplejos por la manera de comportarse de la primogénita, quién ha optado por diferenciarse de las acciones de sus padres; situación que no ocurrió durante su cumpleaños.
Amalia se presenta cercana al pueblo; buscando mostrar su lado humano. En aras de erradicar los estigmas en torno a la salud mental, se ha sincerado tener ayuda psicológica. La Princesa muestra que acudir a terapia no es negativo y subraya que los aprendizajes que ha adquirido son de gran ayuda.
Esta situación resulta ser sumamente valiosa, ya que el suicidio es la tercera causa de muerte en jóvenes.
En símbolo de solidaridad y consciente de su privilegio, la Princesa renunció a la remuneración económica que deviene por su dieciochavo cumpleaños; lo destinó a estudiantes afectados por la pandemia. Además, de la mano de la escritora Claudia Breij, la sucesora a la corona publicó su biografía, donde asegura “estar al servicio de su país y dar la vida por Holanda.” El libro ha promovido el surgimiento de preguntas que no se habían planteado públicamente; llevando a que la preferencia sexual del monarca no sea razón para dejar el cargo.
Para muchos, Amalia ejemplifica el cambio generacional y presenta una nueva forma de hacer la monarquía; una visión contemporánea. Para otros, las acciones de la heredera no son sinceras, ya que reflejan el deseo de la familia de consolidar su estancia en el poder. Amalia de Orange tiene un largo camino por vivir y reflejar sus verdaderas intenciones con los neerlandeses. Tiene un gran peso encima, tanto de sus padres como de la gente. Cientos de miradas están atentas a cada uno de sus pasos.