Pacífico privilegiado: elegancia renovada en el m/s Paul Gauguin

Surcar las aguas de la Polinesia Francesa a bordo del m/s Paul Gauguin no es simplemente embarcarse en un crucero: es sumergirse en un universo donde el lujo adopta una forma sutil, envolvente y profundamente sensorial. Cada rincón, cada gesto, cada paisaje a la vista está concebido para evocar belleza, sofisticación y serenidad. Tras una renovación integral completada en abril de 2025, este ícono del Pacífico Sur redefine lo que significa viajar con elegancia, conciencia ambiental y un exquisito sentido de pertenencia al entorno natural.
A bordo del Paul Gauguin, la noción de tiempo se disuelve con la suavidad del oleaje. La prisa se desvanece. El reloj se sustituye por la cadencia del mar, el ritmo de las olas y la luz cambiante del sol tropical. Navegar entre las islas míticas de Tahití, Moorea, Bora Bora o las remotas Marquesas se convierte en una experiencia profundamente inmersiva, donde cada escala es una invitación a sentir, contemplar y reconectar. Este no es un itinerario: es una sinfonía lenta de horizontes infinitos y lujo auténtico.
Diseñado con la filosofía de que el lujo no debe imponer, sino acompañar, el Paul Gauguin deslumbra por su elegancia tranquila. Renovado por el reconocido estudio Stirling Design International, el barco ha sido transformado en un santuario flotante que emula las tonalidades del océano y del follaje polinesio: azules laguna, verdes jade, cremas nacarados, acentos dorados y maderas nobles. Sus 165 camarotes y suites, muchos con balcón privado, están decorados con textiles naturales, mobiliario curvo de líneas limpias y luz cálida que abraza sin deslumbrar.
Con 504 pies de eslora y una capacidad máxima de solo 330 huéspedes atendidos por 217 tripulantes, el ratio casi perfecto garantiza una atención personalizada con la que pocos hoteles en tierra podrían competir. Cada momento a bordo se siente hecho a medida. Los pasajeros tienen acceso a servicio de mayordomo en categorías superiores, gastronomía de alto nivel, bebidas premium incluidas y propinas integradas. Todo está previsto, nada es improvisado.
Los espacios comunes invitan tanto a la contemplación como al deleite: terrazas íntimas con vistas abiertas al mar, un restaurante a cielo abierto frente a la proa, salones elegantes que evocan la estética de los clubes privados, y una cubierta de piscina completamente rediseñada con mobiliario de teca, mosaicos artísticos y un toldo blanco estilo cabaña que convierte cada atardecer en una postal viviente.
Pero el alma del Paul Gauguin va más allá de su estética refinada. En cada travesía, viajan Les Gauguines y Gauguins, embajadores culturales originarios de la Polinesia. Con su calidez, sus cantos y danzas, su cercanía genuina, convierten el viaje en un puente cultural, donde los pasajeros no son meros espectadores, sino cómplices de una experiencia viva. No hay espectáculo artificial, sino autenticidad: una hospitalidad heredada, no aprendida, que emociona sin esfuerzo.
La gastronomía, como es de esperar, es un despliegue sensorial que trasciende lo culinario. En Le Grill y La Veranda se sirven platillos elaborados con ingredientes frescos del Pacífico y técnicas francesas depuradas: atún sellado con costra de coco, pato en reducción de vainilla de Taha’a, carpaccio de perla negra… Todo armonizado con etiquetas seleccionadas de Burdeos, Borgoña y Nueva Zelanda. Las noches en L’Étoile son una celebración de sabores, con servicio impecable y un menú que cambia diariamente.
Uno de los puntos culminantes de la experiencia se vive en Motu Mahana, un islote privado frente a la isla de Taha’a. Aquí, con los pies descalzos sobre la arena blanca y una copa de ron infusionado con vainilla local, se vive un día de descanso sublime entre cocoteros, sabores locales, snorkel en arrecifes vírgenes y la música suave de tambores tradicionales que parecen emerger del paisaje mismo.
Y aún hay más: el lujo a bordo no solo es visual y sensorial, también es consciente. El Paul Gauguin ha sido premiado por su compromiso ambiental, incluyendo prácticas como la eliminación total de plásticos de un solo uso, el uso de sistemas ORC para generar energía eléctrica a partir del calor residual de motores, producción de agua potable a bordo mediante desalinizadores y la instalación de filtros Nordaq para evitar botellas. Además, cada travesía apoya comunidades locales y promueve programas de conservación marina y educación ecológica entre los viajeros.
Desde la plataforma marina integrada al barco, se accede directamente al océano para practicar snorkel, paddleboard, kayak o simplemente nadar en aguas que parecen salidas de una paleta de acuarela. En tierra, los encuentros con las comunidades locales son verdaderos intercambios culturales, diseñados con sensibilidad y respeto, lejos de cualquier aproximación turística superficial.
Las travesías cruzan destinos tan evocadores como las Tuamotu, Huahine, Rangiroa o Nuku Hiva, en itinerarios de 7 a 14 noches que combinan tradición, descubrimiento y confort. Cada escala es una nueva página en una historia contada en voz baja, entre paisajes que no necesitan filtros y emociones que no requieren palabras.
El Paul Gauguin no es un crucero para quienes buscan itinerarios apretados ni espectáculos ruidosos. Es una elección para quienes comprenden que el verdadero lujo reside en la calma, en la autenticidad y en la belleza que no se anuncia, se revela. Porque cuando el refinamiento francés se entrelaza con la poesía natural del Pacífico, no solo se alcanza un destino: se despierta una nueva forma de mirar el mundo.



