Rubra: El ritual del sabor tropical reinventado por Daniela Soto-Innes

En la costa del Pacífico mexicano, entre la selva de Nayarit y el vaivén del mar, se alza Rubra, el primer proyecto en México de la chef Daniela Soto-Innes tras conquistar el mundo con su propuesta neoyorquina. Nombrada la Mejor Chef Femenina del Mundo por The World’s 50 Best Restaurants en 2019, Soto-Innes ha convertido este espacio en una oda contemporánea al sabor, el movimiento y la transformación de la cocina del trópico.



Rubra no es solo un restaurante: es una experiencia sensorial inmersiva donde la naturaleza y el arte culinario se funden en cada bocado. El menú —vibrante, osado y profundamente conectado con el territorio— exalta ingredientes endémicos con una ejecución elegante, precisa y llena de poesía. Desde las cucharas degustación diseñadas especialmente para el restaurante, hasta las combinaciones de sabores que desafían la memoria gustativa, Rubra representa un punto de inflexión en la alta cocina mexicana.
El viaje culinario comienza con una propuesta de pequeños bocados que celebran el producto fresco y el legado del trópico: almeja con coco fresco, ceviche de rockot con camote morado y cempasúchil, o la brillante tostada de carambolo con tomate riñón y salsa de pistache, una sinfonía de acidez, umami y textura. Todo servido con la misma precisión con la que se han elegido las vajillas: cada pieza ha sido diseñada por artesanos y estudios contemporáneos exclusivamente para este espacio, aportando una narrativa material que acompaña a cada platillo.



Rubra no teme a la exuberancia. La cocina se desenvuelve a la vista del comensal: abierta, viva, y con un ritmo que recuerda al de una danza ritual. La barbacoa de cordero con maracuyá y arrayán, marinada en hierbas locales, llega a la mesa como una pieza maestra, robusta en sabor pero delicada en su ejecución. A su lado, los quesos artesanales, fermentos tropicales y contrastes inesperados rinden homenaje a las raíces del Pacífico mexicano con la mirada siempre puesta en el futuro.
La carta de bebidas acompaña la experiencia con una curaduría excepcional: más de 200 mezcales provenientes de distintos terruños de México, etiquetas internacionales de vino que destacan por su frescura y expresión, y una cerveza de la casa, elaborada específicamente para maridar con la cocina vibrante y textural del lugar.
Rubra no imita, no repite y no teme reinventar. Aquí, el acto de comer se convierte en un gesto de libertad. Un diálogo entre los ciclos de la tierra, el conocimiento ancestral y una visión decididamente contemporánea. El diseño arquitectónico del espacio —silencioso, monocromático, inmerso en vegetación— es el telón perfecto para que el protagonismo recaiga, sin interferencias, en lo que sucede en el plato.





En Rubra, cada elemento ha sido creado con un propósito: despertar los sentidos, contar una historia sin palabras y redefinir el significado del lujo gastronómico. Una experiencia para quienes buscan más que una cena: un viaje íntimo a la esencia de lo que significa comer con el alma.