¿Cómo podemos contribuir para vivir en paz?

La participación ciudadana siempre puede crecer si nos comprometemos con nuestro entorno inmediato y hacemos lo que nos corresponde para que la vida cotidiana mejore. Es el papel que tenemos y debemos ejercerlo cada que sea posible.
Estamos en una coyuntura no solo interesante, sino positiva para ampliar la influencia cívica que nos toca e influir en aspectos que están en manos de la sociedad a la par que en los diferentes niveles de las autoridades responsables.
Podemos identificar tres áreas en las que podemos intervenir de manera correcta para beneficio de la colectividad, solo como ejemplos de la diferencia que puede hacer el que nos involucremos: el manejo de nuestros residuos, el mantenimiento de las áreas comunes y la convivencia en ellas.
La primera es la oportunidad de que cada hogar gestione bien lo que desecha más allá de separar la basura para que el servicio de limpia la recolecte. Si podemos aprovechar los desperdicios orgánicos, a partir de la educación que podemos obtener en internet, por medio de diferentes programas medioambientales que promueven autoridades locales y estatales, estaríamos aportando mucho a las zonas en las que vivimos.
Plantar árboles, establecer huertos, cultivar a través de técnicas de hidroponia son opciones al alcance de todos que tienen un impacto en la conservación del medio ambiente, la autoproducción de alimentos y la reforestación de áreas urbanas en donde lo que abundan son los espacios que pueden usarse bien para ello.
La segunda área está relacionada con la anterior y es el mantenimiento de los espacios públicos que nos brindan paz y tranquilidad a las comunidades. Si están limpios, bien iluminados, con la presencia de vecinos y sus familias, mandamos uno de los mensajes más poderosos de coordinación social que existen. Además, envía una señal clara de que estamos a cargo de nuestro hogar y aquellos que buscan perjudicarnos comprenden de inmediato que no son mayoría (nunca lo son, de hecho). Para que la delincuencia nos afecte necesita encontrarnos desunidos y sin coordinación, de lo contrario tiene que buscar otro sitio.
El tercer paso consiste en acudir a esos espacios y hacerlos nuestros. Los vacíos en la vida se llenan y nosotros podemos influir mucho sobre cómo y de qué se llenan. El abandono de parques y jardines públicos ha traído consecuencias en la percepción de tranquilidad, en la reducción de la actividad física y en los hábitos de entretenimiento que hoy ocupan a los más jóvenes y preocupan (mucho) a sus padres.
Estamos ya con un año y medio de confinamiento en diferentes grados y la presencia de pantallas y dispositivos tecnológicos son las reglas para niñas, niños y adolescentes que no han salido a jugar, solo estaban conectados a sus compañeros de escuelas vía remota o de plano no pudieron regresar a un salón de clases por los efectos de la pandemia.
Por Luis Wertman Zaslav