Tomar Conciencia

Alguna vez escuché que agradecer es un principio que tiene dos beneficios inmediatos: nos permite reconocer las bendiciones que nos han tocado y darle valor a quienes nos ayudan en cada momento a no olvidarlo.
Estamos a unas semanas de concluir este año, otro que ha sido de retos y dificultades, pero que, si estas leyendo estas líneas que te comparto, podemos coincidir en que tenemos muchas razones para agradecer.
Si no pensamos lo mismo, por alguna pérdida de cualquier tipo, mi consejo es tomarnos el tiempo para pensar en lo que tenemos: salud, familia, amigos, la vida misma que estuvo en riesgo por esta pandemia y que debemos seguir cuidando.
Cada uno puede entrar en una etapa de toma de conciencia y darle valor a lo que es importante en su vida diaria y que no necesariamente tiene que coincidir con lo que es de valor para los demás; simplemente se trata de ponderar lo bueno que tenemos, protegerlo y conservarlo.
Todas las culturas cuentan con principios básicos que las ayudan a fortalecer los vínculos sociales que les permiten convivir. Cuando no los seguimos o son pocos, surge la desconfianza, la falta de comunicación y de colaboración.
Si tuviéramos que diagnosticar la enfermedad que más nos hace daño desde hace tiempo, ésta no sería la Covid-19, sino la falta de confianza en los demás, en las instituciones que tenemos, en muchas autoridades y, tristemente, hasta en nosotros mismos.
Poder cerrar esa brecha que tanto nos perjudica socialmente requiere que hagamos un esfuerzo constante por encontrar el sentido de nuestra existencia. Si perdimos a alguien o algo importante en estos meses, no lo olvidemos nunca, hablemos de esos sentimientos con quienes están a nuestro alrededor y continuemos, por difícil que sea, para que la vida que conservamos sea cada vez mejor. En eso consiste persistir.
Darnos cuenta de las alegrías es tan relevante como hacerlo con las tristezas. Ambas forman parte de un equilibrio que nos permite hacer la cuenta de nuestras bendiciones y estoy seguro que, por lo general, siempre es mucho más positiva que negativa.
Sin caer en un falso optimismo, podemos reconocer que hemos sobrevivido a uno de los momentos más difíciles de la historia, uno que nos marcará de muchas formas, por lo que la manera en que lo procesemos en nuestro interior, en nuestro círculo cercano, será la clave para resurgir con fuerza. Lo que no es deseable es perder una oportunidad de crecimiento personal y social al repasar lo bueno que conservamos.
En dos columnas hagamos el ejercicio de lo que tenemos y lo que nos falta. Aseguro que nos ayudará a tener la tranquilidad de que hemos hecho mucho por mantenernos bien y a flote, pese a los inconvenientes diarios, para brindarle a los nuestros y brindarnos a nosotros mismos una vida que sea plena.
Si hay una falta de equilibrio entre ese debe y haber, entonces hay tiempo -porque hay vida- para corregir y cambiar de rumbo hacia la dirección que nos haga personas conscientes, solidarias y preocupadas por su hogar y por su comunidad.
Ese sentido de unidad es lo que nos define como humanos y es lo que nos permite alcanzar niveles correctos de paz y tranquilidad. Somo una sola sociedad y debemos actuar en consecuencia, el primer paso es tomar conciencia de que nadie está completamente solo y que todos tenemos la obligación moral de ver por quienes nos rodean.
Recordemos siempre por lo que hemos atravesado en estos meses y tengamos presentes a quienes ya no se encuentran con nosotros, ese es el mejor homenaje que podemos hacerles a ellas y a ellos; al mismo tiempo nos ayudará a tener muy presente qué debemos hacer para aprovechar el valioso tiempo que nos han concedido para sacarle provecho y dejar un legado correcto a quienes más nos importan. Tomemos consciencia.
Por Luis Wertman Zaslav