Miss Dior 2024 de Francis Kurkdjian, una fragancia que abraza tradición y modernidad

Antes de adoptar su ahora icónico nombre Miss Dior, la fragancia recibió el nombre en código ‘Castor’, en honor a la estrella más brillante de la constelación de Géminis.
La creación de Miss Dior es una historia fascinante, repleta de destellos creativos y misterios perpetuos. Nunca antes un modisto había hablado con tanta elocuencia de su primer perfume, ni orquestado su entrada en escena bajo los focos con una intuición tan magistral y una profesionalidad tan meticulosa. Desde su sorprendente debut, el “hijo único” de Christian Dior , como lo llamó cariñosamente el diseñador , ha viajado en el tiempo en continua evolución sin ceder ni un ápice de su entusiasmo juvenil y su resplandor reconocible al instante.
Miss Dior nació de esas noches de Provenza, llenas de luciérnagas, donde el joven jazmín interpreta un contrapunto a la melodía de la noche y de la tierra”
-Christian Dior
Ahora, el director de creación de perfumes Dior, Francis Kurkdjian, propone una nueva interpretación de Miss Dior, un placer inmediato e irresistible. Ha creado una fragancia floral y golosa que ofrece una experiencia sensual e imperativa al instante. En esta búsqueda por reinventar un pasado, el jazmín surgió como punto de partida imprescindible. Francis Kurkdjian quiso volver a las notas características ligadas a los métodos de extracción empleados en 1947, cuando se creó Miss Dior. Hoy, los deliciosos tonos afrutados del jazmín definen la nueva composición de Miss Dior Parfum de Francis Kurkdjian, una invitación a un placer inmediato e irresistible.
La silueta icónica del nuevo frasco de Miss Dior reafirma audazmente la feminidad de su identidad de alta costura original. Las líneas limpias y sofisticadas del frasco y su formato reducido subrayan la intensidad de la fragancia. Aún más sofisticados, la base y los laterales acogen el famoso motivo de pata de gallo grabado en el cristal. Un toque masculino dialoga con este emblema supremo de la feminidad a través del célebre lazo en forma de “daga” o “cola de golondrina”, fielmente anudado alrededor del cuello.